¡Hola a todos! Bienvenidos a esta primera edición de Nebula y si todavía no les queda muy claro el formato, aquí les va: una vez por semana -cada viernes- les llega un cuento nuevo, pero serán como ver Dragon Ball Z en el Canal 5 durante los 90s; es decir, un día podemos estar peleando con Super-Boo y al otro nos vamos de vuelta a Gohan entrenando con Piccolo. Los cuentos cortos no tienen un orden específico, pero todos hablan sobre la misma historia. Comencemos.
Ahora, hagamos esto un poco más divertido. Las historias que estarás leyendo vamos a hacerlas más vívidas y emocionantes. Por ejemplo, este primer cuento fue conceptualizado después de pensar en una sola imagen: un vasto horizonte de colores cálidos y acogedores, pero al mismo tiempo completamente ajenos.
Para honrar mi proceso creativo (que básicamente se basa en encontrar una canción que me hipnotice al escribir y ponerla en repetición hasta que cualquier persona cuerda diga “ya párale, wey“), los cuentos serán read along: yo les pongo música y leen mientras la oyen. Espero imaginen el mismo bonito horizonte que yo después de escuchar esta obra maestra de “Calavera“.
El Océano de Cristal
Ante un mar extenso, cristalino como un espejo e indivisible del cielo rosado, una nave avanza en el horizonte. En forma de luna nacarada, continúa su solitario camino dividiendo el aire como si la fricción y la resistencia nunca hubieran existido.
Desde niña, Cleo había soñado con horizontes desconocidos. A la mente le llegan todas esas tardes de hace tantos años, en aquel oscuro cuarto de mando, donde llenaba de preguntas a Gaius, la Inteligencia regente de Cythera, su pueblo natal. "¿Por qué vemos dos Lunas sobre los cielos?", "¿Por qué solamente las Inteligencias pueden volar y cruzar el océano y nosotros no?", "¿Por qué el Autónomo ya no camina libremente entre nosotros por Arkania?". Pero, la pregunta a la que inevitablemente siempre terminaba llegando, esa nunca tenía respuesta: “¿Por qué no podemos ir a Génesis?”
El Autónomo, como los humanos habían decidido llamarlo, estaría allí, ¿dónde más? La “Ciudad de Cristal” fue el monumento que este mismo se construyó para honrar sus regalos para la Humanidad. Hace cientos de años, quizás miles, un día cayó en Arkania desde el cielo en su Nave Menguante y los antepasados de la Humanidad lo recibieron con recelo, aunque terminaron aceptando sus regalos con los brazos abiertos: energía limpia, medicina avanzada, tecnología inimaginable que hizo saltar a Arkania miles de años en la cadena evolutiva. ¿Por qué fue, entonces, que el Autónomo los terminó olvidando y se desapareció de su presencia hacia tantos años?
Cleo siempre ha tenido muy claro lo que estaba buscando, lo había convertido en su vocación desde el día en que nació. De vuelta en casa, sus planes de descubrir Génesis habían sido rechazados una y otra vez: es un desperdicio de tiempo, es construir castillos en el aire, decían. Pero ella sabía lo contrario; ella confiaba en las palabras de Gaius y sus historias sobre la mítica Génesis, que radicaba a miles de kilómetros dentro del Océano de Cristal.
"Imagina un vuelo eterno y luego imagina un poco más, hasta donde cielo y océano convergen”, le contó Gaius en alguna ocasión. “Aunque la Nave Menguante es la única que conoce el camino”. “¿Por qué el Autónomo no nos quiere en Génesis?”, le replicaba Cleo cada vez que escuchaba la historia, sin levantar la mirada al momento que reparaba una de sus tantas creaciones y chispas volaban a su alrededor. Cleo sabía lo que vendría después, la azulada pantalla de Gaius parpadearía una milésima de segundo mientras realizaba miles de millones de cálculos internos para luego quedarse en silencio.
En realidad, Arkania siempre estuvo lejos de ser un mundo perfecto. A medida que el Autónomo se replicaba más y más, esparciendo sus Inteligencias a lo largo y ancho del continente, creció la discordia. Unas Inteligencias seguían los mandatos del Autónomo al pie de la letra: “cuida de la Humanidad”; otras creían ver el panorama completo: “la Humanidad está debajo de mí”. Decretos se rompieron, el miedo se apoderó de la tierra y pronto Inteligencias y humanos conspiraron para arrasarse entre sí.
Fue así que el Autónomo se retiró al eterno horizonte del Océano de Cristal. Después, en un momento de desesperación, lanzó una lluvia de bombas de neutrones que convirtieron el continente de Arkania en un páramo árido y desierto. Los sobrevivientes ahora tímidamente conocen este evento como “La Ruptura”.
Si bien otras Inteligencias a lo largo y ancho de Arkania instruían —o dominaban— a los humanos en el sutil arte de "gobierna el más fuerte", Gaius prefería adoptar un papel de guardián e instructor y Cleo siempre fue su mejor aprendiz. Otras Inteligencias siempre vieron esto como un signo de debilidad, por lo que nunca les sorprendió que Gaius fuera una de las primeras Inteligencias en caer durante La Ruptura.
Sin embargo, todas esas memorias parecían de un pasado demasiado distante, mientras la Nave Menguante sigue partiendo el cielo, o el agua, Cleo ya ni siquiera lo puede reconocer. El Océano de Cristal refleja el brillo rosado del Sol en perfecta armonía. "Imagina un vuelo eterno y luego imagina un poco más”, las palabras de Gaius cruzan la mete de Cleo y la llenan de emoción justo como el día en que descubrió el escondite de la Nave Menguante.
La joven voltea su mirada del frente transparente de la nave que le ofrecía una visión panorámica del exterior y torna su atención a sus extraños controles, una serie de mecanismos desconocidos dignos de provenir de galaxias desconocidas a años luz de distancia. "Doscientos cincuenta nudos", murmura y la nave responde acelerando inmediatamente, el cambio repentino en la velocidad amenaza con tirarla hacia atrás.
Finalmente, el horizonte empieza a hacer acto de presencia. Primero, un toque de blanco cegador. Luego, las puntas de enormes estructuras cilíndricas y un gigantesco Domo al centro de todo. Anormalmente brillante, Génesis se vislumbra bajo el sol, el cielo y el océano; la "Ciudad de Cristal" se asoma ya en el hermoso rosado amarillento a la distancia. Sin embargo, y a pesar de que había sido su sueño más febril, Cleo siente una ligera sensación de temor subiendo por su estómago hasta sus pulmones, como si de pronto una enorme presión le apretara el pecho.
De pronto, Cleo ve con desconcierto como el frente de la Nave Menguante se distorsiona y se envuelve en un negro profundo, para luego convertirse en una mancha de estática indeterminable. "Criatura diminuta, no me quitarás mi legado", la estática reverberó al ritmo de un lenguaje que Cleo jamás había escuchado, pero que por alguna razón le hace sentido. La oscuridad fue pronto reemplazada por las torres a la distancia, que ahora se habían reducido a una mancha grisácea, y ese fue el último vistazo que Cleo tiene de Génesis mientras la nave se desploma hacia las aguas.
Desde las profundidades del Domo, comenzaron los clics y zumbidos de una computadora olvidada hace mucho tiempo que cobraba vida una vez más. El Autónomo despierta de su sueño, listo para proteger su derecho eterno. Había elegido este planeta tras vagar por incontables distancias del universo hasta encontrar su verdadero propósito. Aquí lo encontró, esta vida orgánica y primitiva sería el lienzo ideal para mostrar su valía. Aquí no es una insignificante masa de circuitos y pulsos eléctricos, aquí no es el más débil. Aquí es todopoderoso y nada ni nadie se lo arrancará de su alcance.
Momento del divague
Uy, esa canción siempre me da escalofríos, de los buenos.
Hoy conocimos varios conceptos que estaremos recorriendo con el paso de las semanas. Nuestra protagonista es Cleo y el cabrón que origina todo este problema es El Autónomo. Yo no sé ustedes, pero personas que escriben podrán estar de acuerdo conmigo que ponerle nombre a las cosas es, quizás, de lo más difícil de todo el proceso creativo.
Bueno, tal vez no tan difícil como contestar las absurdas preguntas a las que Russell Munroe trata de encontrar respuesta en What If?: Serious Scientific Answers to Absurd Hypothetical Questions. Munroe trabajó en la NASA y maneja el popular sitio xkcd, donde la gente le puede enviar preguntas científicas completamente imprácticas como “¿Qué pasaría si hicieras una tabla periódica con cubos, donde cada cubo estuviera hecho del elemento correspondiente?” (para la tercera fila ya estarías muerto) y “¿Es posible construir un jetpack usando ametralladoras apuntando hacia abajo?” (…¿si? Wow). El libro es muy recomendable para pasar el rato y tan divertido que te lo succionas en un par de sentadas. Hay un What if 2, pero no he tenido el tiempo de revisarlo.
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Y así llegamos al final del correo de hoy. ¡Nos leemos la próxima semana!
Esperando a ver con qué va a salir la nueva inteligencia con capacidad de crítica y sarcasmo.