¿Conocen esa sensación, cuando después de un largo lunes en donde todo salió mal lo único que queda es suspirar y pensar “fue uno de esos días“? Eso es lo que me ocurrió, pero durante toda la semana. Con apenas algunas fuerzas que por ahí me encontré para escribir algo el jueves por la madrugada (porque el martes no les mandé algo porque venía después del 16 y lo tomé como festivo), en casa nos despedimos de nuestra Morse.
Ojalá hubiera un mundo donde los animales tuvieran la misma expectativa de vida que nosotros, porque todavía hay tanto que no hemos pasado juntos.
Quiero estar triste, pero también quiero recomendarles música. Para encontrar una solución media, aquí va Billie Eilish LoFi.
(Este cuento no tiene nada que ver con Nebula, es algo que escribí en 30 minutos para lidiar con el dolor).
Las calles sucias y cubiertas de niebla repetían el solitario eco de metal raspando con roca, el único sonido que se ha escuchado por más de 45 años. Las piernas de Az requerían un poco, o un mucho, de aceite y algunos retoques, pero no se había molestado en hacerlo en más de 3 años.
La máquina avanzó con dificultad por el camino, a veces de piedra, a veces de delicado hueso que tronaba en ceniza al mínimo toque. Lo que Az no esperaba era pinchar algo blando con el frío metálico de su pie. Su cuello zumbó en protesta al mirar hacia abajo.
Dos cuerpos tiernos yacían en el suelo, uno mediano tendido con sus patas extendidas en ángulos extraños, el otro pequeño hecho bola acurrucado a su lado. Az trazó la trayectoria del cuerpo hacia arriba, su cuello en un deseo desesperado de ser reparado se quejó nuevamente ahora con un fuerte crujido.
Un tubo quebrado en dos atravesaba los tejados de dos edificios, sangre seca se alcanzaba a ver de uno de los extremos. Az bajó nuevamente la mirada hacia los dos cuerpos y por primera vez notó el pequeño charco rojo debajo del cuerpo mediano. Mientras la máquina extendía su pierna izquierda para continuar su camino, notó que el pequeño cuerpo desplegándose y estirando su dos pequeñas patas delanteras.
El robot se frenó. Hace muchos, muchísimos años, humanos mantenían estos animales en casa. Az una vez preguntó por qué, pero el humano no pudo computar ni una sola oración coherente. Hacen que me sienta menos solo, dijo.
Esas palabras ahora tienen más sentido. Az extendió sus brazos y tomó a la pequeña criatura, que emitió el más bajo de los chillidos. Az hizo nota de engrasar y reparar su pierna, pues si quería que la criatura también se sintiera menos sola, tendría que estar en forma funcional para atenderla.
Love you, Morse.
¿Cómo puedo ayudar a Nebula?
Mandándome un correo, pregúntame lo que gustes.
Compartiendo esta publicación:
Apoyando esta publicación con un Ko-Fi:
Sígueme en Instagram.
— I don’t think I could love you more Might not be long, but baby, I Don’t wanna say goodbye — Birds of a Feather (Billie Eilish)




